En nombre de la ciencia los investigadores han llegado a extremos insólitos. Tal fue el caso de Nicolas Minovici, médico forense rumano quien creía que la experimentación debía realizarse en uno mismo y no sólo con objetos de estudio. Por lo anterior, al realizar un trabajo acerca del ahorcamiento, no se limitó al análisis de 172 suicidios, sino que también decidió intentarlo. Para su escrito de 1905 titulado Studies on Hanging (238 páginas) realizó algunas pruebas usando una soga con un nudo no corredizo, de la cual se colgaba seis o siete veces al día durante unos cuatro o cinco segundos, hasta que el dolor se volvía insoportable. Después de dos semanas de investigar de esta manera, Minovici decidió llevar más lejos su idea; él y algunos de sus colaboradores se colgaron hasta doce veces diarias utilizando nudos corredizos, auxiliados por un asistente que llevaba registro del experimento. En su análisis final se lamentó de nunca haber resistido más allá de cuatro segundos, pese a que en algunas ocasiones, para darle más realismo a su investigación, hizo que lo ahorcaran hasta dos metros por encima del suelo.